El mono y el pez
Inspirado en una fábula africana.
Editado en abril 2023 para añadir más cariño e ilustraciones al cuento.
Pasito a pasito por el cuento
Érase una vez…
un pequeño mono llamado Quique.
Quique vivía con su familia en la selva. En la copa más alta de los árboles donde jugaba y crecía sin preocupaciones.
Nunca había salido de su pequeño hogar y es que nunca lo había necesitado, porque en los árboles todo estaba a su alcance fácilmente. Además allí vivía protegido de los cocodrilos, que según le habían contado sus padres eran unos animales muy peligrosos.
Sin duda debían ser muy malos, porque sólo oír coco… da miedo ¿verdad?
Pero Quique como todos los pequeños era muy curioso y a pesar de las advertencias decidió salir a investigar.
Así que un día bajó de su árbol y se puso a caminar siguiendo a unos elefantes que marchaban a otro lugar. Para él todo era nuevo, se paraba, observando y tocándolo todo y pronto los perdió de vista.
Quique comenzó a pensar…
… que quizás no hubiera sido tan buena idea salir de casa solo y sin avisar.
Estaba empezando a tener mucha sed y no estaba mamá cerca con ningún coco para beber.
Cuando estaba empezando a desfallecer, oyó un sonido distinto. Se acercó temeroso para ver qué era . Una sonrisa llenó su cara, no era para menos había llegado a una especie de gran charco. El sólo conocía los pequeños charcos que se formaban en raras ocasiones junto a los árboles.
«Por fin calmaría su sed. Bueno, parecía que las cosas se arreglaban. » Pensó.
Mientras bebía…
… observaba embobado aquel gran charco, que ya os digo yo era una pequeña laguna.
De pronto vio un pequeño animal, era brillante y de color rojo. Abría mucho la boca y subía y bajaba sin cesar. Dando saltos sobre el agua. Era un pez, pero Quique no había visto nunca uno.
Por eso se asustó mucho. Pensó: «Esa pobre criatura se está ahogando».
Acudió rápido junto al pez y lo agarró con sus manos.
Menos mal, que había llegado a tiempo, aunque estaba muy frío. ¿Qué más podría hacer?
Después de un meditarlo un rato, se dijo «Iré a ver a mamá. Quizás ella me ayude a calentar a este pobre animal».
Corriendo llegó a casa.
Allí le mostró el pez a su madre.
«Quique, ¿qué has hecho?, le dijo ella.
«Salvarlo. El pobre se estaba ahogando.», contestó el monito.
«Pero, Quique… es un pez y vive en el agua. Fuera no puede estar.»
El mono triste miró al pescadito y comprendió su error.
Aprendió un gran lección ese día.
Aunque tengas buena intención, antes de ayudar hay que saber si realmente necesitan tu ayuda.
Conoce antes a los demás y pregunta primero.
Nota para los mayores
Desde luego el mono Quique tenía buena intención, pero antes de actuar a veces hay que conocer mejor la situación.
Este cuento te puede servir para que los niños más pequeños comprendan que hay que preguntar a sus mayores siempre que no conozcan algo, no intentar solucionarlo todo solos.
Si son ya más mayores puedes hablarles de la empatía. Hay que ponerse en el lugar del otro, para poder comprender lo que siente. Pero también hablar con él para saber si realmente necesita algo.
Si me lo permites te recomiendo este juego cuyo protagonista es un pequeño mono como Quique y con el que tu peque aprenderá jugando matemáticas.
Ya que estamos con primates, ¿conoces la historia de Julieta? Un libro muy interesante para tratar educación emocional y del que ya te hablé.
Si te has quedado con ganas de más cuentos con monos, te dejo enlaces a dos libros, que además incluyen marionetas, para leer y jugar.
A disfrutar monitos.