
Juan Sin Miedo
Versión propia basada en el cuento de los Hermanos Grimm
Érase una vez…
Un hombre que tenía dos hijos el mayor era tranquilo y sosegado , pero el pequeño era un terremoto. Estaba siempre ideando cosas peligrosas y jugando sin parar. Además decía que no tenía miedo.
Lo cual era cierto porque se subía a los árboles más altos, se acercaba a los animales más peligrosos y sin una pizca de miedo en su rostro.
Un día le dijo a su padre. “Me marcho, quiero conocer lo que es el miedo.”.
El padre pensó, que quizás aprendiera algo útil y le dejó marchar.
En su camino …
se fue encontrando a mucha gente que le acompañaba y con los que compartía comida y conversación. Y a todos les hacía la misma pregunta ¿Sabes cómo puedo conocer el miedo?
Todos sabían lo que era el miedo, pero ninguno pudo contarle que tenía que hacer exactamente para conocerlo.
Hasta que un día se encontró con una señora muy mayor que para intentar ayudarle le habló de un castillo encantado, el lugar más terrorífico que existía.
“Quizás si fuera allí, podría sentir el miedo por fin”, pensó.
Después de muchos días de viaje llegó al castillo
Desde luego era un sitio oscuro y poco agradable. Pero miedo, miedo a Juan no le daba.
En la puerta encontró un mensaje que decía: “Quien pase 3 noches en este castillo y logre romper el hechizo, conseguirá un gran premio. Firmado el Rey“.
“Bueno, yo sólo quiero conocer el miedo, pero si encima consigo una recompensa sería magnífico.” Pensó Juan.
Así que buscó un lugar para pasar la primera noche. Cuando estaba casi dormido, oyó un ruido que lo despertó. Era un chillido leve, pero muy intenso. En lugar de asustarse fue a buscar de dónde venía ese ruido, así no había manera de dormir..
Resultó que era un gato que estaba solo y maullaba lastimosamente. Parecía atrapado por algo.
El niño se acercó y quitó aquello que molestaba al animal. Al segundo el gato dejó de chillar y lo miró agradecido y extrañamente desapareció.
Y llegó la mañana y Juan seguía sin conocer el miedo.
Para la segunda noche, Juan se había preparado una cama mucho más cómoda que la del día anterior y se dispuso a dormir tan contento. Cuando de pronto ante él se apareció un fantasma. Era casi transparente y ululaba mientras giraba a su alrededor. Todo era ruidos de cadenas y susurros. Pero Juan en lugar de asustarse, bostezó y volvió a cerrar los ojos y con un sacudir de manos despidió al fantasma, que se marchó enfadado porque aquel muchacho no se había asustado ni un poco.
Pasaron las horas, el sol salió y todo se veía un poco menos gris.
En la tercera noche Juan estaba un poco decepcionado, porque aparte de mucho polvo y alguna araña, no había encontrado el miedo. Decidió dar un paseo antes de dormir, para variar la rutina y ver si esta vez pasaba algo que lo asustara.
Cuando de pronto se encontró con un esqueleto andante. Sus huesos hacían un crujir algo molesto y la habitación estaba más helada de lo habitual. Juan lo miró de arriba a abajo , pero en lugar de chillar o salir corriendo, sólo se le ocurrió tocar la cabeza al esqueleto, quería ver si era tan lisa como parecía.
El esqueleto al notar el contacto caliente de Juan, se quedó muy quieto . Al no apreciar nada de miedo en el chico, encogió sus hombros e inclinó su cabeza. Y en un segundo desapareció.
En ese momento un viento recorrió el castillo y toda la magia que encantaba el lugar también se esfumó.
Al amanecer cuando la luz iluminó todo. Juan pudo ver que donde se le apareció el esqueleto ahora había un cofre de oro .
Tan contento con su recompensa se marchó de regreso a su hogar.
Vivió una vida muy, muy larga y nunca tuvo miedo.
Hasta que pasado mucho tiempo…
… cuando ya era muy mayor y estaba durmiendo la siesta, su mujer para gastarle una broma salpicó con agua su cara.
Al sentir las gotas se despertó asustado, pero no dijo nada a nadie. Le pareció algo tan pequeño lo que le había hecho conocer el miedo, que incluso sonrió.
Y así para todos por siempre fue Juan Sin Miedo.
Nota para los mayores
Juan en su viaje intentó ser como todos y no lo consiguió. Lo que sí ganó fue algo mucho más importante: en el cuento fue un tesoro, en la vida descubrir que no importa ser diferente también lo es. Y quizás los niñ@s puedan aprender a apreciar a todos sean como sean. Y descubrir que los miedos pueden superarse y hacerte crecer.
Para mí este cuento también es un recordatorio de que los padres no deben comparar a sus hijos. El que sean hermanos no los hace iguales.
Y para terminar como en «tevoycontando» nos encantan los cuentos os dejo aquí una recomendación de libros para que paséis Halloween con vuestros hijos y su imaginación.


