El enano saltarín
Inspirado en un cuento de los hermanos Grimm, que oía sin parar en mi cassette hace mucho
Érase una vez …
…un rey que decidió dar un paseo por su reino. Llegó a una localidad muy bonita donde vivía un molinero y su hija.
El molinero era un poco exagerado y cuando el rey le preguntó por su hija podría haber dicho que era muy guapa y muy lista, pero le pareció poco y mintió diciendo que era tan maravillosa que convertía la paja en oro. El rey al oír aquello, se quedó asombrado. No se lo creía e hizo llamar a la hija del molinero a su presencia.
-«¿Es cierto lo que cuenta tu padre?» , le preguntó el rey
– «Señor, mi padre quizá exageró un poco mis virtudes. No sabría decirle bien. » Intentó excusarse ella. El rey no acaba de creerla tampoco. Y entonces le pidió que le acompañara a dar un paseo por el palacio. Al llegar a una puerta, la abrió y le dijo:
«Te doy hasta mañana para que conviertas la paja en oro de la habitación que aquí ves. Si lo consigues nos casaremos y serás la Reina. De no hacerlo así, mañana mismo abandonaréis el reino para nunca más volver» , dicho esto el rey la dejó allí encerrada.
La pobre chica miró la rueca y la paja e intentó comenzar a tejerla, pero claro no salía oro. «En menudo lío me ha metido mi padre». Pensó y se puso a llorar.
De pronto…
… oyó un ruido en una esquina de la habitación. Un pequeño enano de ojos grandes la miraba sin parar.
Hasta que le dijo:
-«No te preocupes niña, yo puedo convertir esta paja en oro. ¿Qué me darás a cambio?»
– «No tengo nada para darte.» contestó ella.
– «Bueno, vamos a hacer un trato, yo te voy a hacer un favor para que te cases con el rey y seas su reina. Pero un día volveré y te pediré que me des lo que deseo.» le dijo el enano.
La chica pensó que era un buen trato, además cuando fuera reina podría darle lo que quisiera. Así que acepto.
El enano se puso a trabajar y en un momento tenía toda la habitación llena de oro.
-«Acuérdate, volveré a por mi deseo», dijo el enano y desapareció.
A la mañana siguiente cuando llegó el rey al ver todo aquel oro, quedó muy contento y tal como había dicho se casó con la hija del molinero.
Pasó el tiempo…
… los reyes eran muy felices y lo fueron mucho más cuando nació su hijo.
Una noche estaba la reina acunando a su bebe y de pronto escuchó una risa conocida.
– «Hola hija del molinero. ¿Te acuerdas de mí?. He venido a pedirte mi deseo», dijo el enano.
-» ¿ Y qué deseas?», le preguntó la reina.
– «Quiero que me des a tu hijo», le contestó el enano.
-«Eso no, por favor. Pídeme lo quieras, menos a mi hijo. Por favor.» le suplicaba la reina.
El enano se quedó pensativo y le contestó.
-«Me gusta jugar. Te propongo un juego. Tienes tres noches para pensarlo, cuando vuelva te preguntaré mi nombre. Si lo aciertas no me llevaré a tu hijo. Hasta dentro de tres noches. » y se marchó.
La reina tenía que hacer algo, no confiaba sólo en adivinar el nombre del enano. Así que partió disfrazada a recorrer el reino, buscando a alguien que lo conociera y pudiera decirle su nombre.
Cuando llegaba a un pueblo, hablaba con la gente y describía al enano. Pero nadie sabía nada de él.
Pasaron tres días…
y la reina se iba desesperando al no encontrar ninguna pista del enano. Por lo que decidió regresar a su palacio. Quedaba poco para anochecer cuando en el bosque vio humo a lo lejos.
Pensó que era un fuego y se acercó para preguntar por última vez antes de volver a casa. Pero cuando estaba ya muy cerca vio que era el enano. Se aproximó a él, sin apenas hacer ruido y muy atenta se puso a escuchar lo que estaba cantando.
**»Hoy traigo el pan. Mañana la cerveza. Y pasado mañana voy por el hijo de la reina. Que bueno es que nadie haya sabido que me llamo yo RuidoQuedito».**
La reina al escuchar la canción a punto estuvo de dar un grito. Se tapó la mano con la boca y salió corriendo para llegar a su castillo antes de que anocheciera y el enano apareciera.
Corrió y corrió. Casí se cae por el camino, pero por fin llegó. Apenas había cogido aire, cuando se le aparecido el enano.
-«Buenas noches reina. Vamos a jugar. ¿Sabes cómo me llamo? Te doy tres oportunidades.» dijo el enano
– «¿Te llamas Hugo?», ahora era la reina la que iba a jugar
-» No, reina. Cuidado que te quedan dos oportunidades», decía riendo el enano.
-«¿Te llamas Lucas?», dijo la reina con cara de disimulo.
-«No aciertas reina. Sólo te queda una oportunidad, contestaba frotándose las manos el enano.
-«¿No te llamarás RuidoQuedito?», le dijo sonriendo ahora la reina.
-«Maldita sea , lo has acertado. Has ganado. Me marcho.» Y desapareció .
La reina no volvió a ver nunca más al enano.
Y vivió para siempre muy feliz.
Nota para los adultos:
Lo primero aclarar que la **canción** es la que recuerdo perfectamente de escucharla cientos de veces. Sirva de homenaje. No la tengo, pero no la he olvidado. Tras narraros este cuento me picó la curiosidad y la he encontrado por si alguien también es un nostálgico, era de Teatro infantil Samaniego.
Mi cuento adaptado es libre y me he permitido que mi reina sea más activa que la original, creo que si vinieran a por mi hijo yo no me quedaría esperando que me den la solución. Aconsejad a vuestros hijos que ante los problemas además de pedir ayuda, también hay que buscar nosotros las soluciones.
Y como moraleja. Decid a los niños que no mientan y que tengan cuidado con los favores, a veces no te dicen el precio y puede que sea muy grande.