El niño y el Viento del Norte
Inspirado en un cuento popular
Érase una vez …
…hace mucho tiempo un niño que vivía con su madre a los pies de una montaña. Un día volvía de hacer los recados cuando de pronto comenzó a soplar un viento tan, tan fuerte que le quitó de las manos todo lo que llevaba.
El niño se quedó muy serio porque no tenían mucho y decidió ir a buscar al viento para que se lo devolviera.
Así que comenzó a subir por la montaña. El viento debía vivir allí, porque tienen más espacio para soplar y soplar.
El niño subió y subió por la montaña y al llegar a la cima comenzó a gritar:
“Viento del Norte, Viento del Norteeeeee…»
“¿Quién me busca? “, contestó el Viento del Norte
“Yo. Vengo a que me devuelvas lo que me has quitado”. Le dijo el niño. «Era nuestra comida para la semana.»
“Lo siento, no me quedo nada de lo que arrastro. Lo hago sin querer .” Dijo el viento. “Pero quiero compensarte. Toma este mantel y cuando tengas hambre lo extiendes y le dices Mantel dame de comer. Y ya nunca os faltará comida”.
“Gracias, viento.” Contestó el niño .
En el camino de regreso a casa se hizo de noche y tuvo que parar en una posada del camino. Como no tenía dinero, el posadero le dejó quedarse en un rincón si ayudaba a servir la cena. Cuando terminó de trabajar, se fue a su rincón a dormir, pero antes como tenía hambre extendió el mantel y dijo “mantel dame de comer”. Y en el mantel apareció comida. El posadero que lo vio se quedó asombrado y decidió quedarse el mantel para él.
Así que mientras el niño dormía, se acercó y le cambió el mantel mágico por otro normal y corriente.
A la mañana siguiente el niño siguió camino a casa. Al llegar, llamó a su madre muy contento. Y le dijo
“Mamá ya no volveremos a pasar hambre con este mantel que me ha regalado el Viento del Norte»
Entonces el niño dijo, “mantel dame de comer”. Pero no pasó nada. Ni rastro de comida.
Segunda subida
El niño se quedó perplejo.
“Esto no puede ser voy a hablar con el viento del Norte para ver qué ha pasado. “Le dijo a su madre.
Y volvió a subir a la montaña.
“Viento del Norte, viento del norte “. Gritó el niño
“¿Quién me busca?, “ dijo el viento
“Soy yo otra vez. El mantel que me diste ya no funciona. ¿Qué ha ocurrido?»
El viento del Norte se quedó pensativo. Pero no dijo nada. Lo miró y al ver que decía la verdad, le entregó un nuevo regalo.
“Toma este carnero. Os ayudará. Sólo tienes que decir. Carnerito, dame dinerito. Y ya no tendréis problemas más.»
El niño abrió mucho los ojos. Estaba emocionado. “Muchas gracias” le dijo al viento.
De nuevo regresó a casa, pero como la noche anterior tuvo que parar en la posada para dormir.
-“Esta vez”, le dijo al posadero,” tengo dinero. Dame una habitación”.
– “Págame por anticipado”, dijo el posadero.
El niño dijo “carnerito dame dinerito” y aparecieron unas monedas con las que pudo pagar la habitación.
El posadero al ver esa maravilla de carnero, decidió quitárselo mientras durmiera. Y como la noche anterior le cambió el carnero mágico por otro normal y corriente.
Al día siguiente el niño dejó la posada y llegó a su casa.
«Mamá ya no volveremos a pasar necesidades. Mira lo que me ha regalado el viento». Y comenzó a decir “carnerito, dame dinerito”. Pero no aprecieron monedas. Claro, no era el carnero mágico.
El niño se quedó blanco y decidió volver a ir a ver al Viento del Norte. ¿Por qué se burlaba así de ellos?
Llegó muy enfadado.
«Viento del Norte, ¿por qué nos tratas así?».Gritaba.
«¿Qué te ocurre?”, dijo el viento.
El niño le contó que sus regalos al llegar a casa no servían. El viento se quedó extrañado. Y le preguntó, que cosas hacía hasta regresar a casa. El niño le contó que sólo paraba en una posada a dormir y luego volvía a casa.
El viento del Norte, le dijo entonces. “Te voy a dar un nuevo regalo, que te ayudará.Ya verás. Toma este palo y si lo necesitas sólo tienes que decir: Palo, golpea. Y cuando quieras que pare dile: Palo, para.”
El niño comenzó su camino a casa muy extrañado con el nuevo regalo del Viento . Y claro, tuvo que volver a pasar la noche en la misma posada. Al no llevar dinero, le tocó servir la cena para poder pagar el rincón para dormir. El posadero esta vez no le vio hacer nada, pero pensó que seguro que el palo que el niño sujetaba era mágico. Bueno esperaría a que se durmiera y se lo quitaría.
Pero esta vez el niño no confiaba en el posadero y estaba despierto cuando llegó. Al notar sus manos comprendió todo y dijo “Palo, golpea”.
El palo empezó a dar golpes al posadero sin parar.
“Ay, ay, para “dijo el posadero.
«¿Por qué habría de hacerlo, ladrón?” le dijo el niño
“Te devolveré todo”. Replicó e posadero.
Y sin dejar de recibir golpes, le devolvió el mantel y el carnero al niño. Entonces el niño dijo “Palo, para” y así pudo regresar a casa con todos los regalos mágicos.
Y ya nunca más volvieron a pasar hambre, ni a ser engañados por nadie.
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